domingo, 20 de enero de 2013

Crítica: 'Los Miserables', el musical hecho película


Título: Los Miserables
Año: 2012
Director: Tom Hooper
Guión: William Nicholson (Drama: Victor Hugo)
Música: Claude-Michel Schönberg
Fotografía: Danny Cohen
Reparto: Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Eddie Redmayne, Samantha Barks, Helena Bonham Carter, Sacha Baron Cohen, Aaron Tveit, Isabelle Allen,  Daniel Huttlestone, Colm Wilkinson, Natalya Wallace, Michael Jibson, Bertie Carvel, Tim Downie, Marc Pickering, Patrick Godfrey, Killian Donnelly, Fra Fee, Gabriel Vick, George Blagden, Alistair Brammer, Charlotte Hope.

Con el trasfondo de la Francia del siglo 19, Los miserables, cuenta una historia apasionante de los sueños rotos y el amor no correspondido, la pasión, el sacrificio y la redención: un eterno testimonio para la supervivencia del espíritu humano. Jean Valjean es un ex-convicto, perseguido durante décadas por el despiadado policía Javert después de que se rompe la libertad condicional. Cuando Valjean se compromete a cuidar a la joven hija de Fantine, Cosette, sus vidas cambiaran para siempre.


Con la boca abierta. Así me quedé tras terminar de ver la adaptación cinematográfica del exitoso musical de Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg, basado en el clásico de Victor Hugo.

Me atrevería a decir que no hay palabras suficiente para describir lo que Tom Hooper y su increíble reparto y equipo de producción han hecho con esta obra.

Antes que nada, aclarar que aquellos que piensan que entraran en las salas de cine, se sentarán con sus palomitas y disfrutarán de dos horas y media de escenas dialogadas y alternadas con canciones que muestren las sensaciones y sentimientos de los personajes en cada momento, están muy, pero que muy equivocados.
'Los Miserables' es un musical de cabo a rabo, donde se canta en inglés y se subtitula al español, con unos subtítulos que dejan mucho que desear, ya que si sabes algo de inglés te darás cuenta de que lo que se lee en ellos no se corresponde con lo que están cantando (un tremendo fallo por parte de los traductores). Salvo tres frases habladas (que para el caso podrían haber dejado también subtituladas, sin doblarlas al español), el resto es cantado, conversaciones con ritmo, melodía y rimas, haciéndonos llegar al corazón cada palabra que sale de la boca de nuestros protagonistas, expresando unas emociones repletas de voces armoniosas, pero desgarradas y rotas del dolor o llenas de alegría y regocijo, reflejando palmo a palmo cada sentimiento, logrado gracias a que son canciones en directo, y no grabadas en un estudio donde se les puede privar de la autenticidad y de la verdadera carga emocional que se logra al actuar en directo y sin tapujos.

Hugh Jackman interpreta a un excelentísimo Jean Valjean, un hombre atormentado por su pasado que, tras ser puesto en libertad condicional y cruzarse con un obispo que le protege y le salva de volver a ser detenido, decide adoptar una nueva identidad y empezar de cero, tratando de cambiar su vida y hacer mejor la vida de todas aquellas personas a las que pueda echar una mano. Pero el implacable Javert, Rusell Crowe, no le olvidará y no descansará hasta dar con su escondite y llevarlo de vuelta ante la justicia para que pague por sus crímenes.

Los años pasan y aparece en escena Fantine, interpretada por Anne Hathaway, una joven parisina que se ve obligada a trabaja como costurera en la fábrica de Jean Valjean. Sin embargo, es injustamente despedida, sin consentimiento de Jean Valjean, al descubrirse que tiene una hija pequeña ilegítima llamada Cosette y que ha dejado a cargo de una familia mientras ella trabaja para poder mantenerla. Sin dinero que enviar para el cuidado de su hija, y desesperada, recurre a la prostitución, tras vender su pelo y sus dientes, sin saber que el matrimonio Thenardier la está engañando, haciéndole creer que su hija está en buenas manos, cuando en realidad la tienen en la inmundicia, utilizándola como criada. Casi en su lecho de muerte, Jean Valjean recoge a Fantine de las calles y la cuida hasta su último aliento, prometiéndole que encontrará y cuidará de su hija como si fuera propia.
El 'I Drean a Dream' interpretado por Anne Hathaway es simplemente magistral, cómo a través de su voz, su dolor y su interpretación nos puede mostrar un estallido de emociones que permanecerá grabado en nuestras retinas incluso mucho después de haber abandonado las salas de cine. Aunque su aparición es breve... ¿Es merecedora de un Óscar? Podría decirse que sí.

Otro actor de diez ha sido Rusell Crowe, con una puesta en escena y un talento músico-teatral mucho más destacado que Hugh Jackman quien, pese a su increíble representación, siempre ha sido constante en sus melodías, rozando la forma hablada hasta llegar a la última frase donde acentuaba el canto, alargando el vibrato, repitiendo esa técnica una y otra vez sin parar. La interpretación de Rusell Crowe adquiere fuerza a medida que transcurre la historia, culminando con una de las escena más sorprendentes de la película.

También tengo que destacar la magnífica interpretación de Samantha Ckarks con 'On My Own', de la cual no tengo palabras.

Si tengo que hablar de algo negativo, por ponerle una puntilla a la película, tendría que referirme al amor que surge entre Marius y Cosette. Demasiado rápido y precipitado. Nos cruzamos miradas por la calle y ya estamos perdida e irremediablemente enamorados. Típico en producciones de cine y que no se cree nadie. Sin embargo, el romance entre ambos es una historia secundaria, de poca importancia dado el peso de otros aspectos de la trama tales como el alzamiento del pueblo francés y la persecución constante entre Jean Valjean y Javert, y es entendible que hayan querido ventilarse rápidamente una historia que, de lo contrario, habría ralentizado y puesto al margen el verdadero mensaje que transmite la obra de Victor Hugo.

Por otro lado, los paisajes y el juego de cámara también han inundado a la obra de frescura, detalles, escenarios y vistas que aumentan aún más el valor de esta maravillosa obra. 

En resumen, 'Los Miserables' emociona y entusiasma, haciéndonos sentir de cerca a los personajes y al mensaje que toda la obra en su conjunto transmite. Un musical que no está al servicio de coreografías ni canciones bordadas en la entonación, sino en los sentimientos y la historia que se nos cuenta a través de voces cargadas de pesar, alegrías, tristezas y gritos de libertad.
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